Cuando un perro se hace mayor y se le escapa algún pis en casa, parece muy despistado o no descansa durante la noche podríamos achacarlo a su edad pero es un error pensar que cualquier cambio de comportamiento se debe a que está envejeciendo y que, por tanto, no podemos ayudar a nuestro can.
Nuestros perros son cada vez más longevos y por eso es más frecuente que lleguen a sufrir el Síndrome de Disfunción Cognitiva (SDC), también conocido como “alzheimer de los perros”, una condición que afecta negativamente a su salud mental y calidad de vida.
Es importante distinguir los síntomas del Síndrome de Disfunción Cognitiva (SDC), conocer qué puede aumentar el riesgo de que nuestro perro lo desarrolle y lo que podemos hacer para retrasar o prevenir su aparición.
En el caso de que ya haya sido diagnosticado, hay muchas cosas que podemos hacer para frenar su evolución y lograr que el can tenga una mayor calidad de vida.
¿Qué es el Síndrome de Disfunción Cognitiva?
El SDC es un problema degenerativo que afecta a perros mayores.
La edad a la que un can se va convirtiendo en senior dependerá de factores como la calidad de vida que haya tenido o su genética pero lo que más afecta es su tamaño: cuanto mayor sea, antes suele envejecer.
Es por esto que aunque la mayoría de casos de SDC aparezcan entre los 8 y los 11 años, puede haber mucha variabilidad.
En muchas ocasiones se compara con el alzheimer en humanos, ya que ambos provocan un deterioro de las funciones del cerebro y tienen síntomas similares, como problemas de memoria, cambios bruscos de comportamiento o desorientación.
Muchas personas asocian estos cambios en sus peludos al envejecimiento, por lo que no acuden al veterinario. Esto lleva a que muchos perros vivan con esta afección sin ser diagnosticados ni tratados.
Aunque es natural que el cerebro, al envejecer, se deteriore progresivamente, el SDC no es una parte normal de ese proceso, se trata de un trastorno.
¿Qué síntomas tiene un perro con síndrome de disfunción cognitiva?
A medida que los perros envejecen, el riesgo de deterioro cognitivo aumenta, como la senilidad en humanos. Los síntomas del SDC surgen de forma progresiva y pueden variar entre los perros, pero algunos de los más comunes incluyen:
- Desorientación: algunos canes se pierden en lugares conocidos, intentan pasar por el lado equivocado de la puerta, son incapaces de esquivar ciertos obstáculos o se quedan parados delante de ellos.
- Alteraciones en el sueño: muchos sufren alteraciones del ciclo sueño-vigilia, de forma que duermen más durante el día y no descansan por la noche.
- Cambios al relacionarse: pueden mostrar menos interés en interactuar con sus tutores o en jugar con otros perros. Así, disminuye el interés por las caricias o el contacto, saludan con menos alegría, aparecen conflictos que antes no existían. Y también puede ocurrir que, fruto de la inseguridad que sienten, quieran estar con sus tutores de forma constante.
- Pises y cacas en lugares donde antes no lo hacía: en algunos casos los perros pierden ese aprendizaje de hacer sus necesidades fuera de casa.. Aunque no se debe confundir con las pérdida de orina, que también pueden relacionarse con la edad avanzada.
- Cambios en el nivel de actividad: es posible que se den los dos extremos, que el perro se vuelva muy sedentario o que aumente su actividad pero con comportamientos fuera de lo normal, como obsesiones o moverse sin sentido por casa.
- Aumento de la ansiedad: pueden llevar peor situaciones nuevas o estresantes lo que les lleve a ladrar más, a que aparezcan nuevos miedos.
- Otros: cambios en el apetito, limpiarse a sí mismos menos, dificultad a la hora de encontrar comida o un juguete que se ha caído al suelo, pérdida parcial o total del olfato y problemas para reconocer a perros o personas que ya conocía, incluso a sus tutores.
Es fundamental estar atentos a la aparición de los primeros síntomas del síndrome de disfunción cognitiva e ir al veterinario para que pueda diagnosticarlo: cuanto antes comience el tratamiento, más posibilidades hay de ralentizar la enfermedad y mejorar la calidad de vida del perro y nuestra convivencia.
¿Cómo va a diagnosticar el veterinario a mi perro?
Es fundamental recordar que los cambios de comportamiento en perros mayores pueden ser tanto una señal de SDC como de otros problemas de salud. Incluso, hay cambios que se pueden producir como efecto secundario a determinados fármacos, por lo que es importante que nuestro veterinario tenga toda la información sobre la medicación que toma el perro.
Existen diferentes herramientas para ayudar en el diagnóstico:
- Exploración física y neurológica: permite evaluar la salud general del perro y detectar cualquier problema físico.
- Cuestionarios: las respuestas de las personas que conviven con el perro permitirán que el veterinario detecte señales de SDC. Es importante que antes de acudir a consulta, los tutores revisen y observen durante días al perro y que, a la hora de responder, sean sinceros.
- Test cognitivos: se trata de pruebas que ayudan a identificar el nivel de deterioro cognitivo. Sin embargo, estos tests suelen ser más útiles en casos graves.
- Pruebas médicas: análisis de sangre, perfil bioquímico y pruebas de hormonas tiroideas…. En algunos casos, se recomienda realizar un TAC o una resonancia magnética para obtener una imagen más clara del estado del cerebro del perro.
Dependiendo de los síntomas, también pueden ser necesarias pruebas adicionales, como análisis de orina, coprología, ecografías abdominales y radiografías.
¿Se puede prevenir el síndrome de disfunción cognitiva en perros?
Si bien no se puede prevenir completamente, hay formas de retrasar su aparición y reducir mucho su impacto:
- Estimulación mental: proporcionar retos como juegos de inteligencia o plantearle problemas que tengan que resolver pensando. También aprender y vivir experiencias nuevas.
- Ejercicio físico regular: los paseos diarios e incluso algunos deportes, bien pautados por profesionales, y siempre adecuándose a cada individuo, ayudan a mantener no sólo la salud en general, si no también la del propio cerebro.
- Buena alimentación: una dieta equilibrada, rica en antioxidantes y ácidos grasos omega-3 tiene beneficios cognitivos. Es recomendable consultar con un especialista sobre dietas específicas o suplementos.
- Entorno estimulante: practicar el enriquecimiento ambiental fomenta la exploración y la curiosidad, ayudando a mantener la mente activa.
- Socialización: si se trata de un can al que le guste la compañía de otros perros y/o personas, fomentar esas relaciones sociales ayuda a estimular la mente y mantener un buen estado emocional.
Conclusión
El síndrome de disfunción cognitiva es un problema más extendido de lo que a menudo se cree y cuyos síntomas en ocasiones se achacan al proceso de envejecimiento exclusivamente.
Al estar informados sobre sus síntomas, diagnóstico y factores de riesgo, los tutores podemos tomar medidas para retrasar su emoción y reducir mucho el impacto de sus síntomas.
Mitos
Si bien es cierto que los perros mayores pueden experimentar cambios físicos y mentales, no todos los comportamientos inusuales deben ser atribuidos a la edad. En muchos casos, estos cambios pueden ser señales de condiciones tratables, como el síndrome de disfunción cognitiva. Por eso es importante que consultes a un veterinario si notas alteraciones en su comportamiento, ya que podrían necesitar tratamiento especializado.