La llegada de un cachorro a casa genera todo tipo de dudas, especialmente sobre su educación.
Hay quien piensa que lo más importante es adiestrar a ese perrete para que sea obediente y que cuanto más obediente sea, mejor. En realidad, la educación de un cachorro abarca mucho más que cumplir órdenes. Es mucho más beneficioso y efectivo educar a nuestro peludo para que se convierta en un adulto equilibrado y feliz.
Diferencia entre obedecer y educar
La palabra obediencia implica que no hay diálogo ni reflexión posible, la única opción es cumplir con la orden que alguien nos ha dado (o le ha dado a un perro).
Enfocar así la relación con nuestro peludo, para que obedezca, es pasar por alto que es un individuo, con su personalidad, sus aptitudes, sus necesidades concretas… Y esto tendrá consecuencias negativas para él y para el vínculo con su familia.
Cuando hablamos de “educación”, sin embargo, nos referimos a acompañar al perro en su aprendizaje con estrategias que tengan en cuenta su bienestar físico y emocional.
Al educar se enseñan normas y límites, por supuesto, pero estas son justas, respetan al can como individuo de otra especie con necesidades diferentes a las nuestras y se hace mediante un proceso más enriquecedor que al perro le resulta incluso divertido.
Al centrarnos simplemente en que el can cumpla una serie de órdenes estaremos pasando por alto su crecimiento como individuo al no poder probar y experimentar con su entorno, lo que afectará a su desarrollo.
Ejemplo 1: perro que coge cosas por la calle
Imaginemos una cachorra que está dando sus primeros paseos por un parque. De entre la cantidad de estímulos que se encuentra, se fija en una hoja que acaba de caer de un árbol. Lo más probable es que la curiosidad le lleve a experimentar y a metérsela en la boca.
Si le pido inmediatamente que la suelte o que no la coja con señales como “suelta eso” o “¡no!” y esto lo repito cada vez que se de la misma situación, ella no habrá tenido la oportunidad de probar con eso tan divertido (e inofensivo) que se ha encontrado.
Sin embargo, si la dejo cogerla y mordisquearla, lo más probable es que acabe por escupirla ella sola. El resultado es el mismo, pero el aprendizaje es distinto, ya que aquí ha sido la propia perra el que ha tomado la decisión por medio de la experimentación.
Si además le enseño otras hojas con diferentes formas, dejo que pase por encima, que se restriegue en ellas, las experiencias que le estaré ofreciendo serán mucho más enriquecedoras y fomentarán su socialización con el medio.
Ejemplo 2: interacción con otros perros
Tenemos a la misma perra joven, en esta ocasión se encuentra con otro peludo de frente y se pone un poco nerviosa.
Para controlarla mejor, le pedimos que se mantenga quieta y sentada, en una posición estática y no permitiéndole hacer nada más, esperando que el otro perro se acerque. En este caso, no estaré teniendo en cuenta si quiere saludar o no, no le estaré dejando desarrollar sus habilidades sociales y no tendrá herramientas para relacionarse de forma adecuada con perros.
Si le dejo probar, la acompaño, veo si quiere seguir conociendo al otro o no, si existe un interés o si tiene miedo, le dejo experimentar y ver qué le funciona y qué no, en definitiva, estaré fomentando ese crecimiento social y su capacidad de decisión. Aumentará su confianza en sí misma y en mí.
Las normas sociales
Al vivir en una sociedad tenemos que aceptar que existen ciertas normas de convivencia para promover la armonía.
Educar de una manera respetuosa implica buscar la mejor forma para que el peludo pueda adaptarse al entorno. Podemos enseñarle habilidades y utilizarlas para que la convivencia sea lo mejor posible para ambas partes. Por ejemplo, para que el perro no se baje de la acera en la calle, que responda cuando le llamamos si vemos que hay algún peligro cerca o que vaya junto a nosotros si tenemos que pasar por algún lugar estrecho.
Educar es enseñar teniendo en cuenta las capacidades de cada perro y primando su bienestar y desarrollo.
La obediencia, en cambio, busca que ese can haga algo, que aprenda algún comportamiento, sin tener en cuenta que es un individuo.
Consecuencias de practicar únicamente la obediencia
Basar la educación de un perro únicamente en la obediencia tiene consecuencias negativas tanto para la vida del can como para su familia.
- Limitar el desarrollo del peludo. Si constantemente le estamos dando órdenes al perro sobre qué hacer en cada momento, este no tendrá la oportunidad de probar cosas nuevas y se verá limitado a lo que le digamos que haga.
- Falta de herramientas. Al no poder experimentar, el can no desarrollará estrategias y herramientas para su día a día. Solo sabrá hacer lo que le pedimos. En el momento en el que se encuentre con una situación nueva, con una dificultad o algún reto, no sabrá cómo actuar.
- Frustración en el perro. Al no tener más herramientas disponibles, cuando el peludo se encuentre ante una situación conflictiva para él no sabrá qué hacer para salir de ella o afrontarla, lo que dará lugar a una frustración constante, que puede ser detonante para otros problemas de comportamiento como la reactividad o la destructividad en casa.
- Niveles de estrés elevados. Producidos por la frustración, la falta de experiencias placenteras y a estar en un estado de alerta permanente para atender aquello que le piden.
- Frustración en la parte humana. En primer lugar, no siempre conseguiremos que haga exactamente lo que le estamos pidiendo, lo que nos llevará a frustrarnos y enfadarnos con él. Por otro lado, ver que el perro que tanto tiempo llevas “educando” empieza a mostrar problemas o no se ha convertido en el adulto que esperábamos también es doloroso a nivel emocional y puede hacer la convivencia complicada.
¿Por dónde empiezo?
Teniendo claro que la educación basada en la obediencia no es la mejor opción, tenemos que pensar cuál es la mejor manera de educar a nuestro peludo.
Informarse desde un primer momento es la manera de empezar la relación con buen pie. Hay infinidad de libros, cursos y charlas donde aprender. Busca siempre información actualizada y respetuosa, y ten mente crítica: no hagas a tu perro aquello que no quisieras que te hicieran a ti. Es muy recomendable que te acompañe un educador canino actualizado durante este periodo.
Busca fomentar el vínculo con el peludo, esto hará que os conozcáis y empecéis a confiar el uno en el otro. Haced cosas divertidas para ambos, como ir a pasear a entornos nuevos y tranquilos, sentaros juntos en el sofá, compartir momentos de mimos y caricias (si le gustan), jugar en el suelo… Experimenta para saber qué le gusta hacer.
Enseña habilidades de manera divertida, apoyándote en cosas que le gusten como comida o juego. Puedes utilizarlas en tu día a día si las necesitas, pero como un extra, no que la vida del perro esté basada en esto.
Busca siempre oportunidades de aprendizaje y de éxito: perros con los que interactuar de manera tranquila, entornos seguros donde explorar, juguetes y masticables que pueda morder…
Y si te ves perdido en este inmenso mundo, busca la ayuda de un profesional actualizado que te pueda guiar en el proceso.
Conclusiones
Tendemos a caer en la idea de que la mejor forma de educar a un can es bajo la obediencia. “Cuanto mejor enseñado esté, más educado será”. Esta afirmación no es del todo cierta, ya que la educación del peludo abarca mucho más que el hecho de cumplir órdenes.
La educación respetuosa se basa en entender al individuo y adaptarse a él para que pueda desarrollarse en el entorno y fomentar su bienestar físico y emocional. Este tipo de educación hará que el perro pueda experimentar y crecer junto a ti, lo que se reflejará en una buena convivencia y en poder disfrutar juntos de la vida.
Mitos
Aunque esta es una idea muy extendida, la realidad es que no es más que un mito. Una relación basada en “yo mando” y “tú obedeces” no tendrá las bases de confianza y colaboración que debemos buscar en una convivencia sana y feliz.
En su lugar, desde el principio procuraremos un referente de seguridad para nuestro can, un apoyo al que recurrir cuando surge alguna dificultad y un compañero de viaje.
Cada perro es único, con su propia personalidad, nivel de actividad, gustos y necesidades. Lo que funciona con uno no tiene por qué ser apropiado para otro. Es importante adaptarnos a cada individuo para facilitar que aprenda a su propio ritmo y construir una buena relación. Además, la educación canina ha evolucionado mucho, gracias a la ciencia y a la experiencia: métodos que antes se recomendaban o se usaban sin tener en cuenta el bienestar de los perros, hoy sabemos que son ineficaces e incluso peligrosos. Por eso es imprescindible contar con información actualizada a la hora de educar a nuestros peludos.