Es común que muchas familias se preocupen cuando su perro no parece disfrutar de las caricias o no se deja tocar en situaciones como el cepillado, al ponerle el arnés o cuando hay que hacerle curas.
Aunque hemos normalizado el “manoseo” a nuestros canes, la tolerancia y preferencias de cada perro dependen de su genética, experiencias previas, gustos y también de la relación que tenga con su familia.
Así como hay personas que necesitan más espacio o se sienten incómodas con desconocidos en lugares cerrados y angostos, los perros también tienen sus preferencias. Al igual que nosotros, algunos canes disfrutarán más del contacto y otros preferirán más espacio
¿Cómo saber si a tu perro le gusta que le toquen o si te está pidiendo espacio?
Para saber si está disfrutando de ese contacto, conocer el lenguaje canino te puede ayudar.
Hay diferentes señales que nos indican si está cómodo y relajado:
- Mantenerse en la misma posición (sin que se le obligue).
- Acercar el hocico, ladear el cuerpo o frotar su hocico buscando tu contacto.
- Buscarte o empujarte con la pata o el hocico cuando dejas de acariciarlo.
- Mantener las orejas en su posición habitual, y tener la cola y musculatura relajadas.
Por otro lado, algunas señales típicas que revelan justo lo contrario, que tu perro te está indicando que le des más espacio:
- Girar la cabeza, intentando evitar las caricias o contacto visual.
- Bostezar, una señal que suele denotar estrés y cierto malestar.
- Lamer la mano suele malinterpretarse como una señal de cariño y cercanía, pero también puede indicar que no le gusta eso que estás haciendo. Para diferenciar, para y espera a ver si te pide que sigas.
- Relamerse, lamerse el hocico o sus patas.
- Sacudirse, que se asocia con un intento de expulsar esos nervios, es habitual después de situaciones en las que ha habido tensión o cierto malestar.
- La sonrisa es una señal muy malinterpretada. Se caracteriza por llevar la comisura de los labios muy hacia atrás y arquear la boca como una sonrisa humana, pero con la boca cerrada y los labios apretados. La utiliza para mostrar un elevado malestar.
- Los ojos de ballena, efecto en el que se visualiza claramente la parte blanda de ojo del can.
- Los ojos muy abiertos y redondeados o apretados con fuerza.
- Gruñir, no es algo malo por sí mismo, es una forma que tiene el perro de decir que algo no le resulta agradable.
- Ponerse panza arriba, en algunos casos es para que les rasques la tripa, pero en otros es una forma de decir que se siente inseguro.
Para asegurarte de que esté cómodo al tocarlo, sigue estos pasos:
- Deja que el can tome la iniciativa. En todo caso, si quieres proponérselo tú, baja la mano pero sin acercarla a él o ella y observa si viene en busca de contacto.
- Acaríciale durante unos segundos (con 3 debería ser suficiente) y entonces detente.
- Espera. Si está disfrutando, te lo hará saber: buscará tu mano, se apoyará en tí, frotará su cuerpo contra el tuyo. En caso contrario, déjale a su aire.
- Repite esas pausas y si en algún momento se aleja, no sigas insistiendo.
Si ignoramos las señales de incomodidad es probable que se acabe produciendo un conflicto. El perro elevará el tono de su comunicación, pasará a los gruñidos, marcajes o empujones para ver si así entendemos lo que nos está diciendo.
¿Por qué a un perro puede no gustarle que le toquen?
Una vez entendemos que los gustos y aprendizajes de cada perro son únicos, podemos profundizar un poco sobre las principales razones.
La mayoría de los perros que tienen problemas con el contacto:
- No han tenido una correcta habituación: en otras palabras, no se les ha acostumbrado a ser acariciados ni al contacto físico.
- Tienen dolor en las articulaciones, alergias ambientales u otros problemas veterinarios que deberían controlarse: si te pica la piel, ¡probablemente te vuelvas más sensible a que te rasquen!
- No llevan bien la falta de espacio o las situaciones poco previsibles, llegando a bloquearse y mostrar inseguridad.
- Han tenido malas experiencias relacionadas con el contacto y, por ello, prefieren evitar estas situaciones.
- También es probable que esto solo se dé en algunos entornos, por ejemplo, la clínica veterinaria, debido a que en ese lugar las manipulaciones (tocar, mover extremidades, etcétera) las relaciona con dolor, estrés, etc.
Hay otros dos puntos muy importantes que, demasiadas veces, no se tienen en cuenta: la falta de confianza y el mal manejo.
El contacto requiere de una relación de confianza, por lo que tu perro puede permitir ser tocado por personas conocidas y evitar a desconocidos. Es fundamental respetar los tiempos que necesita para generar esa confianza.
Por otro lado, por desconocimiento o despiste, podemos manipular a nuestro can sin darnos cuenta de lo invasivos que somos, lo que suele ocurrir al bañarle, cortarle las uñas, ponerle el arnés o hacerle alguna cura. Un buen manejo implica hacer estas manipulaciones de forma consciente y cuidadosa.
Si manipulamos mal a nuestro perro en situaciones como esas, que no le gustan, cada vez le costará más tolerarlas.
Lo ideal sería ir con suavidad, poco a poco y, siempre que sea posible, asociar esas acciones a experiencias agradables, como darle la comida que le gusta o jugar.
Recomendaciones para perros que no se dejan tocar
Si tu perro no se deja tocar, evita manipularlo de manera incómoda. En situaciones inevitables, como ponerle el arnés, puedes facilitarle la experiencia con un arnés tipo “H” o “Y” que tenga cierres en ambos lados para no manipular sus patas.
Trabaja bajo supervisión de un profesional para que estas situaciones sean menos incómodas progresivamente.
- Propón a tu perro momentos en los que le harás saber que vas a acariciarlo o tocarlo, y observa si está de acuerdo; si no lo está, dale tiempo y espacio.
- Dale el espacio que necesite para que se sienta tranquilo. Los perros con mucho miedo o inseguridad necesitan bastante más espacio: es completamente normal.
- Consulta con un veterinario para descartar problemas de salud: si tu perro tiene dolor es poco probable que disfrute del contacto físico.
- Pasa tiempo de calidad con tu can, haciendo actividades juntos, como pasear, entrenar alguna habilidad o, simplemente jugando.
- En algunos casos, es probable que necesites realizar un trabajo de desensibilización o contracondicionamiento para modificar la expectativa y los aprendizajes en relación con el contacto físico: de forma muy resumida, se trabaja una mayor tolerancia o se modifica lo que significan esas caricias.
Conclusiones
Si atendemos a las necesidades individuales y los gustos de cada perro, la mayoría de los peludos empezarán a disfrutar más del contacto.
La clave, en estas situaciones, es dar tiempo, espacio y observar su lenguaje para saber lo que nos dice.
Tampoco debemos olvidar la importancia de la relación: es la cercanía y confianza la que genera un cambio y, sobre todo, tiene buen pronóstico siempre que entendamos las preferencias y respetemos el espacio del perro.
Mitos
Si bien es importante que el perro tolere un contacto mínimo, la forma y los tiempos en los que un peludo se acostumbra a este son individuales. Imponer ese contacto está completamente desaconsejado: puede generar comportamientos de evitación, como huir de nosotros, o de escape, como intentar mordernos para conseguir espacio.
Está totalmente desaconsejado, afecta al vínculo y agrava la situación. Asociará cada vez más el contacto a malas experiencias así que sus reacciones irán a más, dificultando que el peludo tolere el contacto.
La cabeza es una de las zonas más sensibles y, aunque hay algunos puntos que sí suelen ser más agradables para ellos (laterales del hocico, cuello), la mayoría sólo toleran esos “golpecitos” típicos, pero no les gusta y suelen ser fuente de estrés. Este es un mito muy, muy presente todavía, por desgracia.
Por descontado, hay situaciones en las que las “manipulaciones” son necesarias, sin embargo, podemos asociarlo a consecuencias agradables, así como no debemos utilizarlo como excusa para “que se aguante y ya está”, pudiendo provocar procesos de sensibilización y haciendo que tocar a tu perro sea, cada vez, más difícil.