Convivir con varios perros puede ser una gran experiencia de vida para todo el grupo, siempre que los canes y la familia humana se adapten y complementen en las rutinas.
Por eso, antes de tomar esta decisión, es importante tener en cuenta la dinámica del hogar, si el carácter de los perros será compatible o cuánto tiempo puede dedicar a su cuidado individual cada miembro de la familia.
También pueden aparecer imprevistos y conflictos: más allá de un mayor número de obligaciones, hay que valorar si convivimos con perros sénior o con problemas de conducta, los gastos que implicará o incluso si es un buen momento personal para tomar esta decisión.
¿Nuevo miembro en la familia?
Incluir a otro perro en la familia no debería ser una decisión que tomes a la ligera. Hay unas cuantas preguntas clave que conviene plantearse con calma:
- ¿Convives ya con uno o varios perros sénior que necesitan largos tiempos de descanso?
- ¿Estás justo educando a tu cachorro?
- ¿Tu perro es muy tranquilo o necesita muchísima actividad?
- ¿Tienes un can con dificultades de comportamiento?
El mejor compañero de un perro sénior que quiera dormir gran parte del día no será un can joven con mucha energía, al igual que un perro inseguro tampoco tiene buenas papeletas para llevarse bien con otro muy demandante.
Para asegurarte una buena convivencia lo ideal es que los perros compartan forma de ser y gustos. Por ejemplo, puede resultar complicado para un perro tranquilo vivir con uno muy activo.
Integrar a otro perro en la familia durante la educación y el cuidado de un cachorro puede resultar abrumador, ya que tendrás que dedicar mucho tiempo a cada can por separado. Además, el cachorro puede aprender comportamientos del nuevo perro, cuyos efectos positivos o negativos aún desconoces.
En este sentido, si tenemos un perro con dificultades (un can que reacciona a otros perros o personas por la calle, muy poco sociable, que tiene dolor o una enfermedad degenerativa), quizá deberíamos plantearnos si es buen momento para otra adopción, si podremos trabajar los problemas del primer perro por separado o dedicar más tiempo a una buena presentación y adaptación de ambos.
Fíjate en cómo se relacionan tus perros y el posible nuevo integrante con otros canes, cómo juegan, cuánto tiempo necesitan pasear…
A grandes rasgos, deberías tener en cuenta la edad de los perros, el nivel de actividad que tienen, si son sociables con otros animales, cómo es su personalidad: ¿qué hacen cuando otro perro los anima a jugar o corre delante de ellos?, ¿cómo responden ante un perro que les ignora o les marca un límite claro? Todo esto, te ayudará a evitar situaciones conflictivas.
Cuestiones prácticas a tener en cuenta antes de ampliar la familia perruna
Hay tantos motivos para ampliar familia como familias: el amor por los perros, ayudar a un peludo de una protectora de animales, enriquecer vuestras vidas, incluir a un perro joven en un grupo con varios perros equilibrados para facilitar su educación…
Es muy habitual que, si colaboramos con protectoras o asociaciones, nuestras ganas de ayudar nos puedan jugar una mala pasada. Recuerda tomar decisiones meditadas y no “dejarte llevar” antes de adoptar: un perro vive 10, 15 e incluso 20 años, y como tutores responsables debemos cuidarle toda la vida.
Por eso mismo, valora antes si es un buen momento: ¿tienes tiempo para aumentar tus obligaciones diarias? ¿os acabáis de mudar?, ¿acaba de llegar un niño a la familia?, ¿estás cambiando de trabajo?
Quizá esas épocas no son las mejores ni aquellas en las que puedas dedicar más tiempo a una correcta adaptación, por lo que puede valer la pena esperar a que las cosas se estabilicen.
Además, como en cualquier adopción, es imprescindible que toda la familia sea consciente del nuevo compromiso y esté de acuerdo.
Por último, ten presente que incluir otro perro en la familia será sinónimo de más gastos, dedicación y un aumento en las obligaciones. Es importante que te mentalices. Vendrán nuevas experiencias (muchas, buenas), pero también más responsabilidades.
Claves para una buena convivencia entre perros
Si estamos decididos a integrar a otro peludo en casa, vale la pena que empecemos por preparar el entorno. Para ello, podemos dividir algún espacio o área de la casa. Los primeros días de convivencia, si no estamos presentes para supervisar, puede ser necesario que el perro nuevo quede separado del grupo.
Las presentaciones iniciales, e incluso las valoraciones previas a la adopción, deberían hacerse en lugares neutros, como la calle; si es posible, en zonas tranquilas, naturales, en las que los perros puedan relacionarse a su ritmo.
Además, vale la pena acompañar las presentaciones de interacciones positivas, tranquilas y breves (paseos en paralelo, olisqueos, aproximaciones de un perro al otro, señales de calma y señales de juego), que podemos ir alargando de forma progresiva.
Lo ideal es incluir correas largas, agarrar la correa sin rigidez y ayudándonos de ambas manos, para acortar o dar más distancia, y hacerlo de forma relajada. Las presentaciones a través de paseos que permitan acercamientos naturales (no impuestos) siempre serán mejores.
En la casa, estableceremos distintos lugares de descanso y ofreceremos suficientes juguetes, puntos de agua y camas para evitar conflictos como la protección de recursos. on antelación, vale la pena retirar objetos de mucho valor para algunos de los perros en presencia del nuevo can (por ejemplo, su peluche favorito), así como no dejar a su alcance comida. premios o masticables. Poco a poco, podemos integrar recursos valiosos (juguetes, masticación), en la rutina de todos los perros y siempre con la correcta supervisión.
Poder dedicar tiempo de calidad por separado y en actividades conjuntas será muy importante para el bienestar de todos los perros del hogar. No caigamos en el error de reducir o minimizar las actividades de los perros que ya vivían con nosotros para una mayor dedicación al nuevo miembro.
Cada perro tiene una serie de necesidades individuales dependiendo del momento de su vida y de sus intereses, y es importante que nos aseguremos de prestar atención en estos momentos de cambio.
Prevención de conflictos con más de un perro en casa
La relación que construyan los perros en el grupo social, con el resto de los canes y con la familia, se irá viendo de forma progresiva y natural.
Hay prevenir conflictos, ya sea por un espacio (como el sofá), un mordedor o porque tienen formas diferentes de jugar. Saber de lenguaje canino nos permitirá ver si hay señales de tensión entre ellos y en qué circunstancias se producen así como anticiparnos.
Si dedicamos tiempo a leer, aprender y observar cómo se relacionan los perros también nos resultará más sencillo saber cuándo están jugando, comprender su lenguaje gestual y observar cuándo uno de los canes está siendo demasiado “invasivo” o demandante con los otros, pudiendo intervenir antes de que se produzcan los problemas.
En casa podemos favorecer una buena relación si fomentamos la tranquilidad y buscamos ratos de descanso en la misma habitación pero permitiendo que también tengan ratos de separación.
Y, fuera de casa, será útil plantear actividades estimulantes, como paseos por zonas naturales, promoviendo el juego entre ellos u otras actividades cooperativas, como los olisqueos.
En el caso de las comidas, los perros deben poder comer por separado y sin que nadie les moleste: así, evitaremos tensiones y conflictos o que el animal sienta que tiene que “defender” su alimento.
Errores típicos al integrar a otro perro en casa
Entre los principales problemas que suelen darse en la adaptación de un perro nuevo en la familia está saltarnos el periodo de adaptación. En otras palabras, dejar a los perros solos desde el primer momento, algo que puede generar inseguridad, conflictos e incluso problemas de convivencia a medio y largo plazo.
Debemos tener en cuenta que el perro nuevo y el que ya estaba en casa no se conocen. Pueden no entender el lenguaje del otro, su carácter, sus gustos o necesidades… El can que llega a casa, posiblemente, esté abrumado ante las novedades, mientras que aquel que ya convivía con la familia puede ver vulnerado su espacio de seguridad.
Asimismo, si un perro está saltándose los límites: mordiendo a otro de los perros, intentando apartarle de un espacio, de una persona, de otro de los perros, debemos revisar la situación e intervenir para evitar que esto ocurra.
Conclusiones
La decisión de incluir a más de un perro en la familia es compleja: es importante que te tomes el tiempo de estudiar vuestra propia rutina, tus posibilidades (económicas, de tiempo y un largo etcétera) y el carácter, edad y las necesidades de cada uno de los perros.
Si durante la convivencia observas situaciones de tensión o conflicto, asegúrate de entender por qué están sucediendo o de consultar a un profesional de la conducta canina. Así, tendrás la información suficiente para tomar decisiones apoyadas por la ciencia y con buenos resultados.
Mitos
Cada caso debe analizarse por separado y hay muchos factores que valorar antes de tomar una decisión tan significativa.
Es… leyenda, y no tiene por qué ser así. Un segundo perro también puede empeorar un problema: por ejemplo, de inseguridad.
En muchas ocasiones un perro joven, con mucha actividad, puede complicar la rutina diaria y el descanso del perro más mayor.
Una idea que puede traer graves problemas, donde los perros van empeorando el pronóstico y la convivencia hasta un episodio grave. No siempre se entienden, y como familia tenemos que ayudarles a gestionar las situaciones difíciles.
En algunos casos puede funcionar, pero en la mayoría tendrás dos perros con ansiedad por separación. Lo más probable es que el nuevo integrante de la familia coja de referente al otro perro; cuando vea que al quedarse sólo entra en ese estado de ansiedad se alertará y pensará que algo malo va a ocurrir.