Perros en una protectora

Señales de malestar que es importante detectar en el día a día en una protectora

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Fundación SrPerro Colega
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Índice

Es importante que como voluntarias conozcamos las señales de estrés, miedo o incomodidad en perros para poder identificarlas en el día a día de nuestro trabajo en la protectora

Relacionar dichas señales con algunas situaciones típicas que suelen darse facilitará que aprendamos a identificarlas rápidamente y tengamos más herramientas para saber cómo actuar.

Interactuando con personas

Manipulaciones

Es normal que en mayor o menor medida haya que tocar a los canes de la protectora. Bañarles, cepillarles, revisarles las orejas y las almohadillas, etc. Son situaciones que, casi seguro, serán estresantes para ellos. 

Tenemos que intentar que lo sean lo menos posible, dándole tiempo al perro a que entienda la situación, se sienta lo más cómodo posible y no se asuste. Una vez comenzamos, que sean lo más breves posibles.

Es importante que valoremos hacer pausas o terminar la manipulación (si se puede) en función de la intensidad de las señales del can. 

Algunos indicativos de malestar en estas situaciones:

  • Giro de cabeza
  • Mirada de reojo
  • Ojos de ballena
  • Sentado, con el cuerpo encogido.
  • Busca refugio, se aprieta contra las paredes.
  • Contracciones de la piel al tocar.
  • Rigidez muscular.

Señales que nos indican mucho malestar:

  • Jadeo.
  • Babeo. 
  • Pupilas dilatadas.
  • Piloerección.
  • Boca muy apretada. 
  • Gruñidos
  • Orinarse o hacerse caca.
  • Aplastarse contra el suelo. 
  • Freezing o congelación.

Imagina esta situación: 

Estás cepillando a un perro que no se siente muy cómodo: está encogido, tiene la cabeza ladeada, mirándote de reojo… cuando empiezas a acercarte a una de sus patas cierra la boca, como apretándola y abre mucho los ojos a la vez que se queda muy muy quieto. Esto nos indica que ha subido el nivel de malestar. En ese momento es importante que paremos ya que de lo contrario el can aprenderá que las señales más sutiles no valen de nada y o bien tendrá que intensificar su comunicación (por ejemplo, marcándonos) o bien entrará en un estado de bloqueo. 

Cogiendo a un perro en el chenil

Ya desde el momento en que nos acercamos a la puerta es posible que distingamos ciertas señales:

  • El perro está sentado contra una pared. 
  • El perro se aleja lo máximo posible de la puerta. 
  • Mira de reojo, con la boca cerrada y el cuerpo rígido. 

Habrá que valorar la situación y la necesidad de cogerle. Si es el caso, lo que evitaremos, en la medida de lo posible, es que ese malestar aumente:

  1. Podemos esperar un poco antes de abrir la puerta, dejarle que nos observe. Si es un can que no comparte chenil con otros y sabemos que disfruta de la comida y no tiene protección de recursos, podemos lanzar algunos trocitos a través de la puerta.
  2. No mirarle fijamente, puede resultarle amenazante.
  3. Procuraremos colocarnos de lateral respecto al can, no de frente, es menos invasivo. 
  4. A la hora de abrir la puerta, lo haremos despacio, con nuestra pierna bloqueando la apertura por si intentara escapar. 
  5. Tenemos que modular la velocidad de nuestros movimientos, nuestras aproximaciones al can y nuestro lenguaje no verbal en función del perro. Por ejemplo, si detectamos que sube su estrés o incomodidad, nuestros movimientos serán más lentos y le daremos espacio. 
  6. Nuevamente, si vemos que le va bien la comida, podemos dejar caer trocitos al suelo, sin hacer movimientos bruscos.

Señales que indican incremento de malestar:

  • Se encoge, se aprieta contra el suelo o busca refugio cuando nos aproximamos. 
  • Gruñe.
  • Abre y cierra la boca repetidamente. 
  • Abre mucho los ojos a la vez que nos aproximamos. 
  • Se orina o se hace caca.

Entrando en el patio

Además de las anteriores señales, en los patios es probable que se produzcan algunas señales a mayores ya que en los cheniles los canes no tienen espacio físico para hacerlas e incluso a veces pueden estar más inhibidos.:

  • El can puede caminar de un lado a otro, en el extremo opuesto al nuestro, mirándonos mientras gira la cabeza. 
  • Ladridos en la distancia. 
  • Se esconde o protege detrás de casetas, árboles, arbustos u otros perros.
  • Al entrar o al ver que nos aproximamos, orina mientras nos mira y se aleja, con movimientos lentos. En este caso nos está dejando un mensaje a través del pis, seguramente para pedirnos que nos mantengamos en la distancia. 

Es bastante común que cuando entramos en los patios el estrés se dispare. Es normal, puede ser por la expectativa de un paseo o simplemente por las ganas de interactuar con una persona. Sin embargo, hay algunas señales que nos tienen que alertar de que hay demasiado estrés. 

  • Redirecciones entre canes: es frecuente que un perro descargue su estrés en otros. Sucede sobre todo en tres momentos: cuando estamos cerca de la valla, en el momento de entrar y en el momento de ir a coger a un can. Aunque se trate de algo natural, de una forma de canalizar el estrés, es importante que hagamos modificaciones para evitar que suceda porque de lo contrario se darán situaciones de bullying o podremos encontrarnos con perros inundados o que mostrarán comportamientos reactivos a otros canes.
  • Coger objetos con la boca: algunos simplemente los portarán mientras que otros lo zarandearán como si fuera una presa. No es nada malo, una forma de canalizar el estrés, mucho mejor que hacia otro perro. Sin embargo, tenemos que ver qué es lo que produce ese estrés. 

Entre perros

Muchos perros de la protectora pasan buena parte del día conviviendo con otros canes, ya sea en cheniles compartidos o en patios grupales. Vigilar su comunicación y actuar ante las primeras señales de conflicto o tensión reducirá la probabilidad de peleas y, además, evitará experiencias negativas que podrían repercutir en su futura adopción.

Acoso o bullying

En ocasiones, la convivencia en grupo puede derivar en situaciones de “acoso” o bullying: uno o varios perros ignoran las señales con las que otro pide espacio o muestra su inseguridad o que simplemente no quiere ser molestado, bloquean su acceso a recursos básicos (sombra, agua) o le fuerzan a juego no deseado. A largo plazo, puede llegar a bloquear sus señales comunicativas o desarrollar conductas defensivas más intensas.

Para evitar estos problemas, es esencial intervenir a tiempo: observar señales de malestar (inmovilidad, miedo, tensiones frecuentes) y tomar medidas como mejorar la distribución de recursos (más puntos de agua, más espacios para descansar), organizar paseos en paralelo que alivien tensiones y, si no hay otra opción, reubicar al perro acosado o al que acosa.

Algunas señales habituales son:

  • A un can no se le permite correr, cuando lo hace, uno o más perros le bloquean persiguiéndole y ladrándole hasta que para. Esto puede ocurrir con otros comportamientos como jugar o escarbar. Esto se acentúa en perros pastores conductores como mestizos de carea o border collie a quienes el movimiento produce una gran activación. Pueden resultar muy agobiantes, especialmente si son más de uno. 
  • Perros que imponen su juego a otros. A veces puede parecer que ambos están jugando, por ejemplo cuando corren. Pero si nos fijamos, el “juego” en estas situaciones siempre irá sólo en una dirección: un perro persigue y el otro es perseguido o un perro salta y mordisquea al otro. Una fórmula que suele ser efectiva para evaluar la situación es parar al perro que supuestamente se está pasando y ver cómo responde el otro, si simplemente se aleja y descansa o si busca continuar la interacción. 

Protección de recursos

Es un problema que suele atenuarse en presencia de las voluntarias. Esto no es por que no exista, sino porque en esos momentos el foco de los canes suele estar puesto en nosotras y lo demás pierde valor. Por esto es muy importante observar a los perros en la distancia. 

Aquí las tensiones se desatan por un “recurso”:

  • Un perro que no deja acercarse a otro u otros cuando entramos en un patio. También puede tratarse de una redirección por estrés debido a la emoción de la situación. Si esto se repite podremos apreciar que cuando un perro se nos acerca otros se mantienen alejados. 
  • Un perro que pasa muy despacio cuando otro está próximo a un recurso. Puede ser simplemente buena educación, pero es recomendable asegurarse. Por ejemplo, un can está tumbado a un metro de un cuenco de agua y el otro se aproxima despacio, como inseguro, para pasar cerca del cuenco o incluso beber agua. 
  • Un can no deja que otro se aproxime a la puerta del patio. Le marca con la boca o se queda rígido mirándole fijamente. Esto es porque ha asociado la puerta al lugar por el que sale a pasear y se ha convertido en algo valioso para él o ella. 
  • En los cheniles puede darse que un perro tenga miedo a aproximarse a la reja. Puede haber otras causas pero puede ser porque ha aprendido que cuando hay comida, si se acerca, el perro que hay al otro lado se abalanza. En estos caso veremos cómo los comportamientos se presentan con mayor intensidad mientras está el recurso presente y veremos cierta hiper vigilancia en el perro que protege y señales de inseguridad (ojos grandes, cuerpo echado hacia el lado contrario del chenil, movimientos lentos…) en el otro can. 

Redirecciones de estrés

Aunque ya las hemos mencionado en las interacciones entre perros y personas, también se dan en otras situaciones. 

  • A menudo, cuando un perro pasa frente a la valla de otro patio (por ejemplo, cuando sale de paseo), los perros se ponen a ladrarle en la valla. Este es un problema que se atajaría en gran medida cortando la visibilidad. El caso es que, esas redirecciones suelen acabar focalizándose en un individuo. Podemos observar que a menudo un perro anticipa lo que va a ocurrir (por ejemplo, ve que se aproxima el perro que va a salir de paseo) y coge distancia con el perro que redirige. 
  • En el paseo también puede ocurrir. Suele ser cuando uno de los canes ve algo que le da miedo (por ejemplo, un ciclista) o algo que le produce excitación (por ejemplo, un conejo) y se echa encima del otro, le marca. El comportamiento suele caracterizarse por querer ir hacia el estímulo y al no poder hacerlo, libera esa frustración hacia lo que tenga al lado. 

Presentando perros

Las primera veces que un can comparte patio con otros deberíamos supervisar que todo vaya bien. Lo ideal es que haya conocido a sus nuevos compañeros en paseos, aunque muchas veces esto, por falta de tiempo y recursos, no es posible. Algunas señales de que no va todo bien:

  • El recién llegado se queda apartado, con la cola pegada al vientre, y evita la mirada de los demás.
  • Uno o más perros del patio se acercan demasiado deprisa, rígidos, olfateando insistentemente y bloqueando el paso del recién llegado.
  • Pequeñas embestidas o choques de hombro sin llegar a utilizar la boca, pero que son indicativas de que están presionando al nuevo. 

Imagina esta situación: Un perro nuevo entra en el patio y se queda quieto, olfateando el suelo de forma repetida e insistente (estrategia de calma) mientras uno o dos perros “residentes” lo rodean. El novato gira la cabeza y ladea el cuerpo, pero los otros no respetan esas señales y continúan presionando. Esto puede desencadenar un episodio de confrontación si no intervenimos, por ejemplo, alejando momentáneamente a los veteranos, ofreciéndoles un paseo breve o distrayéndolos con comida para crear un ambiente más relajado.

Conclusiones

Los perros de una protectora viven muchas situaciones que pueden disparar su estrés o inseguridad: manipulación cotidiana, interacción con voluntarios, convivencia con otros canes en espacios reducidos, etc. Por eso, es esencial que el personal voluntario y los responsables aprendan a detectar a tiempo las señales de miedo, tensión o incomodidad.

Algunos puntos clave son:

  • Observar con detalle el lenguaje corporal y el comportamiento de cada perro: desde las orejas pegadas al cráneo hasta la mirada de reojo o la postura bloqueada.
  • Tener en cuenta el contexto: un jadeo en pleno verano puede ser solo por calor, pero si sucede en reposo y no hace calor, seguramente sea por estrés.
  • Intervenir pronto para evitar que el malestar se intensifique, ya sea dando tiempo y espacio al perro en su interacción con personas o impidiendo el desarrollo de un posible conflicto entre canes.
  • Priorizar siempre la seguridad y el bienestar de todos: si no podemos gestionar o reconducir una situación, lo más adecuado suele ser reubicar a los perros implicados en espacios diferentes mientras se trabaja la raíz del problema.

Detectando y comprendiendo estas señales, ayudamos a que cada perro se sienta más seguro, reduzca su estrés y muestre un comportamiento más estable, lo que a su vez facilita las adopciones y mejora significativamente la convivencia diaria en la protectora.

Referencias
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